Que los atentados en París sirvan para hablar de nuestro terrorismo

Con este tuit de ayer, Carlos Raffo patinó en todos los niveles. El más obvio, claro, está en el aprovechamiento de una tragedia como la de París para llevar agua a su propio molino esgrimiendo, para variar, la retórica de Alberto Fujimori como el mesías que salvó la patria. También es burda su versión de la falacia del falso dilema, precisamente las tragedias sobre terrorismo nos tocan más porque sabemos lo que sucedió en Perú. 

Ah, sí, no todos están al tanto de cómo fue. “Los jóvenes de hoy no saben nada”. “Ven Combate”. Ya, sí, claro. Ese es el otro punto en el que Raffo patina. Él, el fujimorismo y la mayoría de los indignados. 

Es decir, fuera de la discusión sobre la captura de Abimael y la estrategia antisubversiva del gobierno durante principios de los noventa, los fujimoristas nunca miran más allá. ¿Quiere, señor Raffo, que hablemos más del terrorismo? Hagámoslo. Porque en el Perú el terrorismo no es tratado como la amenaza latente que es. Si de verdad los fujimoristas, y todos los políticos y personalidades relevantes que tocan el tema, quisieran evitar que resurja el terrorismo harían una memoria oficial del conflicto, exigirían que se añada el tema a la currícula escolar (apenas hace dos años hubo una iniciativa tímida por parte del Minedu para incluirlo, pero hasta ahora no se concreta). 

También buscarían que las víctimas obtengan la reparación del estado. ¿Algo de esto ha estado en sus planes de gobierno, en sus propuestas?  El fujimorismo sabe que si tuviéramos que hacer una memoria oficial ellos también saldrían perdiendo porque todavía queda pendiente investigar desapariciones y crímenes. De hecho, ya tenemos el Informe Final de la CVR, al que no se cansan de denostar porque recogió testimonios de víctimas tanto del terrorismo como de las fuerzas del estado. Está bien, pueden tener todas las objeciones al IF (salvo mentir sobre su contenido),  pero eso no quita que sean también responsables de la falta de memoria histórica. 

Toda nuestra forma de recordar el terrorismo a nivel nacional es producto del fujimorismo. No se ha propuesto hasta ahora que se toque seriamente en la currícula escolar. ¿Por qué? Porque el nivel de la discusión sobre el tema rara vez pasa el lugar común de los «malditos terrucos comunistas resentidos sociales». Es una papa caliente que nadie quiere agarrar porque hablar de terrorismo es también cuestionar el pensamiento autoritario que incluso el mismo colegio promueve.

Lo único que le cedo a Raffo es que, sí pues, puede que al final terminemos sabiendo más del terrorismo en Europa y Asia que del Perú, pero no es que políticos como los que defiende hayan hecho mucho por revertir la situación. La tragedia de Francia debería impulsarnos a mirar los motivos de nuestra propia violencia.