Tania Reza: El acoso y el sentido común

Primero (si aún no lo has visto) mira el video:

A estas alturas, ya ha circulado por redes el video del acoso por parte del conductor mexicano Enrique Tovar a la conductora de televisión Tania Reza, en un programa de Televisa. También, hemos visto las reacciones posteriores, tanto de la empresa como de la afectada. En el último post que Reza escribió en su página de Facebook, contaba que había sido presionada por la televisora para fingir que todo había sido una broma mal entendida. Aparentemente, a quien manejó esta crisis le importa poco o nada la integridad de una de sus trabajadoras.

La conductora se mostró molesta y se retiró en pleno programa. Imagen: Captura YouTube

El video del caso es horrible. Incomoda. Me incomoda. Sobre todo por la facilidad con la que un tipo, el conductor Enrique Tovar, asume que puede tocar a una mujer solo por su cercanía laboral y que, ante la queja de esta, solo atine al recurso de emplear expresiones misóginas como la alusión a las hormonas. También me incomoda porque uno sabe que es perfectamente posible que esto suceda en cualquier programa televisivo de Latinoamérica porque es común este tipo de dinámica, donde se explota la supuesta tensión sexual entre hombre y mujer. Él hace los chistes y ella los celebra. Rara vez la figura varía. Y creo que este tipo de acoso no es ajeno en nuestra propia televisión. Recuérdese las desatinadas frases del periodista de Mario Bryce hacia su compañera Pamela Acosta:

En el humor de nuestra región también son característicos el toqueteo indiscriminado, las frases de doble sentido y la tensión sexual. Suelen ser el comodín perfecto para llenar tiempo de transmisión. Los cómicos de la señal abierta casi siempre aparecen acompañados de chicas jóvenes y con poca ropa a las que se les insinúan, o les hacen bromas en doble sentido y subidas de tono. Y el efecto cómico se basa en la intimidación, que es el arma del vivo, el humorista criollo que no puede dejar pasar la oportunidad con ninguna mujer a su lado. Tratarlas como personas autónomas,  o simplemente como seres humanos, hubiese sido algo aburrido o de lornas. Es curioso, en los programas citados rara vez las insinuaciones eran explícitas, pues reinaba el doble sentido. No por un afán de proteger la integridad de los involucrados sino, más que nada, por esa curiosa doble moral que nos lleva a ejecutar ciertos hechos pero no asumirlos con el nombre correspondiente. Entonces, parte de la chacota, de la diversión, es sexualizar a una mujer de forma humillante al punto de que el acoso se presenta siempre como algo inofensivo. Hay un problema muy grande cuando el humor naturaliza la agresión.

Y, como les digo, incomoda. Incomoda que nos encasillen en roles donde debemos callar aunque nos sintamos invadidas porque es una broma pues. Y la trampa está en que si te sales del guion eres una histérica, una “hormonal”. La normalidad que se nos impone a las mujeres es la sonrisa forzada y los buenos modales. Si nos acosan en la calle nos hacen un favor, si nos agreden es porque nos dejamos, si nos callamos es porque nos gustó. Básicamente siempre hay una opción para culparnos.

Por eso, creo que a pesar del incidente y las reacciones posteriores, la reacción de Tania Reza ha sido ejemplar para lo que suele suceder en estos casos. Dice la estadística que en México la percepción de acoso sexual en el trabajo es la segunda en el mundo solo luego de Turquía.

Si un hecho de este tipo puede suceder frente a miles de televidentes es porque el estereotipo sobre hombres y mujeres sigue existiendo como sentido común. Lo insólito es que se cuestione ese sentido común.