reinadecapitada Viernes, 14 agosto 2015

Para mamá con amor: “Un monstruo bajo mi cama”  

Regina Limo

Nerd feminista y lesbiana. Escribo guiones, narrativa y teatro. Leo como descosida y colecciono juguetes. También puedes leerme aquí Hueveo en Twitter como @reinadecapitada


Foto: Benjamín Sueno

Foto: Benjamín Sueno

La niñez más feliz es quizá aquella en la que los temores son los fantasmas, los cucos o las lloronas. Era la época en que los peligros se limitaban a las leyendas urbanas. Cuando todo terminaba en que papá o mamá te abrazaban porque siempre iban a estar ahí.

¿Pero qué pasa cuando temes que papá o mamá no quieran abrazarte? ¿Qué sucede si la complicidad la encuentras en otro miembro de la familia? ¿Si es la bisabuela, por ejemplo, quien permite que el pequeño de cinco años vea telenovelas y se engolosine con las villanas de la pantalla?

Una de las escenas más bonitas de Un monstruo bajo mi cama es aquella en la que Fernando, Henry, Jonathan, José Carlos, Mariano y Orlando se paran juntos en fila sobre una mesa y simulan estar en una montaña rusa. Toma la palabra José Carlos, quien habla de sus primeros encuentros con chicos y de cómo reaccionaba su madre ante ello. Enfrentarse al mundo siendo adolescente es eso, las emociones van de picos altos a profundidades espantosas. Si eres homosexual más aún. Si eres homosexual en un entorno homofóbico, peor. Si eres homosexual en un entorno homofóbico y tu familia te rechaza, pues mejor no te cuento.

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Foto: Benjamín Sueno

 

Como el primer paso es hablar, el colectivo No tengo miedo empezó recogiendo testimonios sobre salidas del clóset y violencia familiar en población LGTB, y ahora proyecta llevarlos a otros espacios, en este caso el teatral. Hablar cura, quizás no completamente, pero es el inicio necesario. No se puede luchar plenamente desde el clóset. La página web del colectivo ya dispone de cientos de historias y sus voluntarios recogen testimonios en toda la ciudad. Lima, el Perú, con su tan cacareado desarrollo no permite aún las expresiones disidentes. Los medios nacionales prácticamente solo admiten una forma de ser peruano; la televisión impulsa un solo modelo: heterosexual, emprendedor, patriotero, etc. Ser homosexual, transexual o mujer o tener la piel oscura siguen siendo motivos de chistes o hechos curiosos.

En Un monstruo bajo mi cama, creación colectiva de No tengo miedo, dirigida por Gabriel de la Cruz, seis chicos deciden salir al frente, hablarle al grupo de extraños que los observa y curarse (y curarnos) mediante la palabra. Nos cuentan sus infancias, sus adolescencias: hechos tristes y hechos divertidos. Este tipo de teatro, el testimonial, apela a recursos dramatúrgicos para la expresión de una experiencia: los seis valientes juegan, conversan, bailan, incluso hacen parodia política, y en el trayecto los vamos conociendo un poco más. Durante los últimos años, en Lima, hemos tenido obras similares como 1980/2000 o Criadero.  La narración del testimonio no se hace de manera, digamos, formal, a través de largos monólogos, sino mediante fragmentos, trozos significativos de las vidas de quienes relatan, en estos casos, la asunción de su orientación sexual, la primera vez que se enamoraron, cuándo decidieron salir del clóset, cuándo se lo contaron a sus mamás. Y es que fragmentaria es la memoria, porque decide retener con mayor nitidez los instantes más significativos, por ejemplo, en el caso de la obra, siempre es crucial el momento en que la madre reacciona ante la homosexualidad del hijo invocando el castigo del infierno.

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El elenco con Gabriel de La Cruz al medio. (Foto: Benjamín Sueno)

 

Las madres son personajes físicamente ausentes pero relevantes en la obra, porque, estadísticamente, claro, la madre es la que sigue siendo el apoyo emocional de los hijos, además del logístico (entiéndase: quehaceres, cuidados, mimos). Porque la ausencia paterna cunde en los hogares de Lima, pero esta experiencia sobre el vínculo en común, la relación con la madre, es una de las relaciones más satanizadas en las explicaciones sobre las causas de la homosexualidad. En plena obra aparece en video la explicación de un “experto”, un gurú que “sana” la homosexualidad, “convirtiendo” homosexuales en heterosexuales. El “experto”, con todo el cinismo que puede contrabandear en su traje de médico, enumera factores familiares como el apego a la madre, la falta de un rol masculino, ser el hermano menor, etcétera. Es divertido pensar que en el país haya tantas familias que componen modelos distintos al ideal de familia nuclear, familias mal llamadas disfuncionales en muchos casos, que, como menciona Orlando en la obra, si realmente constituyeran un factor determinante, la mitad de Lima sería homosexual. No hace falta decir que basta con mirar las familias de las personas LGTB y las encontrarás de todos los tipos y conformaciones, igual que en las familias de personas heterosexuales.

Pero la obra no solo explora el vínculo familiar, sino el acto liberador de salir, de decirlo en voz alta y enfrentar al monstruo de la intolerancia, dejar atrás las ataduras de la adolescencia reprimida. En un gran artículo que siempre me gusta traer a colación, el periodista argentino Bruno Bimbi habla de la adolescencia robada. Esa época de descubrimientos que nos fue arrebatada a todo adolescente que, al no cumplir la norma heterosexual, tenía que vivir ocultándolo todo: el primer amor, la primera mirada, el primer chico o chica que conocías, los primeros grandes miedos. Miedo a no encajar, ser apestado o amar en clandestinidad.

Así, la obra pone de relieve la importancia del apoyo familiar, en especial de las madres. Sin el soporte emocional de la persona que consideramos más importante en nuestras vidas, enfrentarse al mundo supone ir a la guerra sin armas. La de los protagonistas de Un monstruo bajo mi cama es una guerra contra la homofobia, el machismo, la misoginia, el racismo. Fernando, Henry, Jonathan, José Carlos, Mariano y Orlando ya ganaron su primera batalla. Hay que ir a verlos y celebrar con ellos sus testimonios que mezclan el  humor, la sátira política, la ternura, el dolor y la celebración.

Días: jueves a lunes hasta el 24 de agosto de 2015

Hora: 8:00 p.m.

Teatro: Alianza Francesa de Miraflores

Dirección: Gabriel De La Cruz Soler

En escena: Mariano Amézaga, Jose Carlos Goytizolo, Henry Huere, Jonathan Rojas, Orlando Sosa y Fernando Villena.

Entrada general S/. 40

Regina Limo

Nerd feminista y lesbiana. Escribo guiones, narrativa y teatro. Leo como descosida y colecciono juguetes. También puedes leerme aquí Hueveo en Twitter como @reinadecapitada