reinadecapitada Jueves, 30 julio 2015

Pierre Castro: «Cambiaría mi premio Copé por escribir en el Ajá”

Regina Limo

Nerd feminista y lesbiana. Escribo guiones, narrativa y teatro. Leo como descosida y colecciono juguetes. También puedes leerme aquí Hueveo en Twitter como @reinadecapitada
(Foto: Karen Luy)

(Foto: Mirtha Sandoval. Concepto:  Karen Luy)

 

Hace ya casi once años, me inscribí en una página hispanoamericana para escritores noveles, loscuentos.net, donde muchos españoles y latinos colgábamos nuestros primeros textos. En ese entonces conocía a muy poca gente que escribiera. A un grupo de peruanos de la página se les ocurrió que sería buena idea reunirnos y conocernos, a ver qué pasaba, a ver si refundábamos las bases literarias del país, o por lo menos publicábamos un pequeño fanzine. No le tengo mucha fe al entusiasmo de la gente porque en general dura poco, pero fui a ver qué tal. Felizmente me equivoqué. En esa legendaria reunión en un bar miraflorino, conocí a varios de los que, once años después, son buenos amigos míos, entre ellos el gran Pierre Castro.

¿Qué puedo decir de Pierre que no se haya dicho ya? Aparte de que haya publicado en el 2010 el libro de cuentos Un hombre feo (Borrador editores), cuya primera edición está agotada, y que luego el 2012 haya obtenido el Copé de Plata en la Bienal de Cuento de Petroperú. Que es bastante alto y tiene la risa fácil. Que siempre le encuentra el lado lúdico a las situaciones. Que un día cogió sus cosas y se fue a mochilear por Sudamérica hasta que llegó a Brasil y se quedó a vivir un año ahí. Que prepara el mejor mojito que he bebido (aunque no he probado muchos mojitos más). Que fue publicista pero se rehabilitó. Que se sigue reuniendo con los amigos que nos conocimos aquella noche de noviembre de 2004 y ahora somos el círculo literario K-Latos en combi. Que sus primeros textos aún siguen colgados en loscuentos.net. Que él no lo dice muy seguido, pero también es dibujante y profesor.

 

orientacion-vocacional-libro

Portada del nuevo libro de Pierre Castro que rinde homenaje al clásico cuaderno Atlas

 

Pues bien, en esta Feria Internacional del Libro, Pierre acaba de presentar su segundo libro: Orientación vocacional (Paracaídas editores), un conjunto de 29 ¿cuentos? ¿relatos? ¿memorias? sobre episodios y personajes del colegio reconocibles para muchos de nosotros: los chicos tímidos, los chicos mandados, los chicos palomillas, los chicos locos, los osados… Pero que trascienden el mero ejercicio de la nostalgia para hacernos conscientes de todos los aprendizajes que nos dejó esa etapa. Además, el libro está ilustrado por el propio autor.

Me tomé la libertad de entrevistar al buen Pierre, y nos salió esta simpática conversación.


 

 «En mi colegio decían que Jorge Caro estaba loco porque se subía al techo de los salones y se quedaba allí hasta la hora de la salida. Yo era uno de los pocos que no pensaba que Jorge estuviese loco así que fui y le pregunté qué demonios hacía allá arriba. Me dijo que tenía un pote de pintura roja y que estaba dibujando un tiranosaurio rex. Dijo que lo estaba haciendo a tamaño natural de modo que los aviones que llegaban a la base de Las Palmas pudiesen verlo. Supongo que salvo aquellos pilotos y Jorge, nadie más vio aquel tiranosaurio. Y nadie lo vio porque nadie preguntaba y preferían pensar y decir que Jorge estaba loco.»

TIRANOSAURIO (p. 9)


Ilustración del autor para el libro


  • Esta madrugada terminé de leer Orientación vocacional y me quedó la sensación de que los cursos del colegio son secundarios para la vida comparados con lo que te pasa en las aulas.

Tarde me di cuenta. Para mí tirarse la pera era un delito alto, lo hice recién en quinto de secundaria. En cambio, en el primer cuento, el chibolo que se sale del salón para subir al techo a dibujar un tiranosaurio sabía que las clases no eran importantes, pero yo no, yo era un chibolo estudioso que me quedaba en el salón. Por eso cerré el libro con la historia de cuando me fugo de clases. Ahí me doy cuenta de que lo importante es lo que sucede con los demás o fuera, no lo que enseñan en las aulas

  • Me pareció genial que les dediques el libro a Holden Caulfield, Manongo Sterne y Pichulita Cuéllar.

Pichulita Cuéllar (del relatoLos cachorros” de Vargas Llosa) es uno de los primeros personajes que me conmovió. Yo quería ser su pata. Me identificaba con él porque yo también acababa de llegar a Lima a un colegio nuevo, y aunque a mí no me castró un perro, me sentía un ser extraño. Fue un libro que me gustó además por la forma en que MVL usa el lenguaje, me di cuenta de que el lenguaje era una plastilina que podía trabajar y creo que es uno de los primeros libros con los que dije “Yo también quiero escribir”.

Para Manongo, de No me esperen en abril, el colegio también es algo traumático. Lo separan de Teresita para mandarlo a un internado en Chaclacayo donde la gente hace muchas pendejadas. Creo que meten la cama del profe a la piscina, cosas muy locas. Y Holden, que es el personaje de mi libro favorito, El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger, es un chibolo al que botan del colegio.

  • ¿Cómo se definió el tema de Orientación vocacional? Dices que ha sido un proceso de 5 años, desde que tu ahora editor te dijo: “Quiero publicar tu siguiente libro”.

Un domingo del 2010 posteé en mi blog el cuento del tiranosaurio. Creo que la primera frase de ese post fue la que atrajo el tema: “En mi colegio decían que Jorge Caro estaba loco porque se subía a los techos de los salones…” Al día siguiente escribí el segundo cuento y entonces empecé a recordar un montón de historias de colegio. Incluso cuando empecé a escribir los posts no imaginé que pudieran convertirse en un libro. Cuando escribí diez, Juan Pablo Mejía, que aparte de editarme es mi amigo, los leyó y dijo que quería publicarlos. Yo quería escribir bastantes cuentos como si se tratara de alumnos en un salón de clases, y  él me contestó: “cuando lo tengas listo me lo pasas”.

  • Te podría decir que no son cuentos en el sentido tradicional canónico, con conflicto, nudo, desenlace, sino que son relatos…

Sí. En la contraportada pusimos “29 historias de salón”. No todos tienen conflicto marcado. Eso de los límites entre cuento, el relato y la novela nunca me ha importado mucho en tanto la historia funcione, en tanto la gente quiera seguir leyendo. Para mí, esa es la principal regla para una historia: que la gente siga queriendo saber qué pasa. El conflicto existe porque es el corazón del cuento. Es lo que la gente quiere que se resuelva y por eso sigue leyendo, pero hay otras formas de hacer que la gente siga leyendo. Quizás un personaje que te gusta tanto, que está tan bien definido, que es tan peculiar que quieres saber cómo es más adelante, cómo evoluciona, qué le pasa.

 


 

Ilustración del autor para el libro

Ilustración del autor para el libro

«Natalia B. nos dijo que quería ser actriz porno. Estábamos en quinto de secundaria y muchos ni siquiera habíamos visto una porno. [..] Ese año muchos chicos querían invitar a Natalia B. al baile de promo. Fue Pachas quien finalmente la llevó. Según recuerdo, la pasaron muiy bien. Natalia B. no era una pura ni una hijadeputa, simplemente quería ser actriz porno.»

NATALIA B. (p. 13)


 

  • Tanto en Un hombre feo (2010) como en este libro, los personajes son chicos, jóvenes en el anterior, adolescentes y niños escolares en este, pero tienes pocos personajes femeninos, y no tienen una voz destacada. ¿Has planeado hacer personajes femeninos?

Un tiempo escribí un personaje que se llamaba Lucía. Ella era inmigrante en USA y le escribía a su novio en Perú. Se llamaba Carta de Lucía N° 1 y le contaba al novio que todo le parecía horrible. La voz de la chica me gustó, y seguí escribiendo una segunda carta y una tercera y una cuarta. Llegué como a la sexta, eran cartas largas y pensé que iba a ser una novela, como varios proyectos de novela que tengo. Orientación vocacional empezó así. Las cartas de esta chica también eran posts de blogs. De repente no lo continué porque no he conocido tanto a las chicas hasta muy tarde.  Ellas me han empezado a dar bola a los veinte, más o menos cuando tuve mi primera novia.

  • Pero ahora tienes muchos fans, sobre todo porque eres muy seguido en Facebook. Primero tenías blogs, donde pegaste mucho y luego te trasladaste a Facebook. ¿Cómo influenció esa costumbre de escribir historias en redes para tu libro Orientación vocacional?

Algunas veces discutía con mi novia o con amigos que también escriben,  porque ellos hacían la distinción entre los posts y los cuentos que escribía en Word. Pero cuando abro Facebook y escribo un post de veinte líneas, demoro tres o cuatro horas corrigiendo, parece que lo he escrito al toque porque es un estado de Facebook, pero no es así, yo pongo el mismo empeño con el que escribo un cuento. Y me ha influenciado mucho porque escribir en Facebook me desestresa, nadie está esperando que pongas algo brillante en redes. Alucina que cuando me trababa con un cuento, cerraba la pantalla del Word y abría Facebook y escribía ahí un par de párrafos, luego los copiaba llevaba a Word y los continuaba. Facebook da frescura y soltura. No tengo que asumir ciertas estructuras, voy a contar como puedo contar y me salga contar, porque, además, en Facebook tienes que atraer a la gente sí o sí porque si no se van a mirar vídeos de gatitos. Pero antes de las redes siento que le debo mucho a mi formación de publicista. Aunque ahora reniegue de eso y diga que jamás volveré a la publicidad, ella me ha hecho consciente de que el lector es alguien que hay que ganarse, alguien que no tiene por qué prestarte atención.

  • Es polémico pensar en la literatura como algo que se tiene que vender, algo que tiene que gustar, pensar en un lector real más allá de tu lector ideal.

Y tratas de que se metamorfosee tu forma de contar por lo que la gente espera de ti, pero me gusta tomarlos en cuenta.

  • Es muy rico además ya que a diferencia de escribir años atrás, donde publicabas y jamás le veías la cara al lector o conversabas con él, en Facebook el contacto es casi directo porque las personas responden al instante, conversan, comentan, te retroalimentan.

Me retroalimentan un montón, es lindo ese contacto. Tengo amigos con los que empecé esta discusión sobre si el Facebook es poco serio. Ya pero mira, yo publiqué Un hombre feo (en el 2010), sacamos quinientos ejemplares, imagínate que haya vendido trescientos. ¿Cuántas personas pueden haberlo leído? Mil como mucho. Por otro lado, la columna que publiqué en Peru21 habrá tenido veinte mil lectores en 3 días, entonces esas cosas hay que aprovecharlas. Una vez estaba chupando con unos amigos y de pronto uno contó que escribía en un diario chicha y le dije “Yo cambiaría mi premio del Copé por escribir en el Ajá…”

  • Porque te va a leer más gente…

Me va a leer más gente,  va a darle vida a la historia.

  • Te alejas de la consagración la literatura como algo sagrado, solemne.

Es terrible eso, es más paja escribir y tener esa conexión tan cercana con el lector. Dicen que es poco serio pero la forma más seria de la literatura para mí es escribir siempre, todos los días, y tener que entregar eso para que alguien te lea. Una cosa es ser serio y otra ser solemne.

  • Ahora que mencionabas la columna de Peru21, la primera que se llama “Formas de llegar al examen final” fue bien recibida, pero también tuvo detractores, y por la forma en la que te referías a los alumnos, incluso te compararon con los homófobos y un profesor universitario, como tú, te dedicó una columna en contra.

Pensé que era lógico que, si cinco mil personas me habían dado like, me merecía que al menos doscientos me odien. Kerouac decía “prefiero ser flaco que famoso” y sí, escribir una columna es estar en la boca de todo el mundo que te juzga sin conocerte, igual que en Facebook, constatando lo que está bien o está mal, donde todo tiene que ser políticamente correcto. Lo loco es que todos estos detractores al final ayudaron a que se viralizara más la columna. Cuando unos comparten para criticar, otros compartían el link de esos muros pero cagándose de risa.

  • El rencor hiere menos que el olvido, dicen. Escribir una columna en redes es generar opinión directa porque la gente viene a opinar sobre lo que opinas, y eso da pie a que así como te elogian, te trolleen, te insulten y etcétera.

Pero algo que sí me molesta como escritor es que a veces en Facebook uno postee algo, por ejemplo, un poema propio, y que alguien comente intentando solucionarlo como si tuvieras un problema, cuando lo único que querías era decir una cosa hermosa , y que lo aprecien como algo bello, pero no quieres ayuda de nadie. A veces me he enamorado y he subido textos que parecen decir “oigan, me estoy cayendo, pero no quiero que me cojan, carajo, solo miren lo hermosa que es mi caída”.

  • ¿Qué te parece fuera de lugar en un libro? ¿Por qué lo dejarías a medias?

Pregunta difícil… No me gustan los libros crípticos, que no es lo mismo que los libros difíciles. Me gusta leer libros difíciles, como Abaddón el exterminador de Sábato, por ejemplo, que exige bastante al lector.  Pero esos libros donde el escritor se encierra y se encapsula como para que no entres, esa visión de la literatura como algo que hay que proteger no me agrada.  Me gusta que el escritor diga: “Ven entra. Te voy a enseñar esto. Mi mundo puede estar de cabeza y no puedo entenderlo, pero te estoy invitando a él.” Stephen King, por ejemplo, es un escritor muy consciente de su función del narrador de cuentos.

También que está sobrevalorada la importancia de la temática. Por ejemplo, un crítico elogiaba como gran novela una que a mí me pareció muy mala, pero que trataba sobre el terrorismo. Ese tema a mí nunca me tocó literariamente, me conmueve como peruano, me hiere, pero literariamente nunca quise escribir sobre eso. Pero este crítico valoraba que alguien estuviera tratando en ese tema sin importar que lo hiciera de forma terrible, sin que literariamente tuviera valor. Debe haber buenas novelas sobre el terrorismo, pero no esa que el tipo mencionaba.

  • Es el tema el que te escoge a ti como escritor no tú al tema.

Claro el tema te escoge. Hay gente que ha tratado ciertos temas porque son temas «literarios» o porque sienten que deberían tratarlos.

  • Volviendo a esto de la utilidad y lo sagrado, escribiste en tu blog una especie de arte poética que se llama “Cómo se escribe un cuento”. Me gustó mucho una frase que puede parecer sacrílega: “La ficción no le urge a tanta gente”; y sin embargo en el post dices que hay que consagrarse a escribir. ¿Cómo se explica esa paradoja?

Soy consciente de que la literatura no es urgente porque trabajé en un mundo donde todo era urgente y lo detesté. En la agencia todo era para ayer. Llegó un momento en que me dije: no somos médicos. No estamos esperando un trasplante de un corazón. No somos abogados para sacar a alguien de la cárcel. Nada de lo que nosotros hagamos es urgente porque la ciudad va a seguir andando aunque no haya un panel publicitario en la avenida. Entonces me di cuenta de que la palabra urgente era absurda en la publicidad. Y la detesté. La literatura no tiene que estar ya lista pero cuando esta lista te das cuenta de que es necesaria y que es como la pata de la mesa que faltaba. De repente un chibolo lee mi libro y es el chibolo al que le queman la carpeta, entonces va a sentir que necesitaba ese cuento en su vida, para que sepan que a alguien más le pasó. Eso es necesario pero toma su tiempo.


 

«Los papás de Luchito Vargas estuvieron algo sorprendidos cuando él les dijo que quería ser bombero. Los papás de Luchito estuvieron sorprendidos porque ellos no veían cómo en el colegio le prendían fuego a su carpeta. La cosa era así. Alguien iba y sacaba el alcohol del botiquín. Luego lo iba regando bajo su carpeta sin que él se diera cuenta y, finalmente, otro prendía un fósforo y lo arrojaba.»

FUEGO (p. 11)

Ilustración del autor para el libro

Ilustración del autor para el libro


 

  • Hemos hablado de cómo toca la literatura a la gente. ¿A ti como escritor de que te serviría?

Ya no puedo dejar de escribir cuando me pasa algo en la calle. Es como digerir la realidad. A veces estoy en la calle y se me ha ocurrido algo y estoy con alguien, y sólo quiero irme a mi casa para sentarme ante la computadora y vaciar eso, como cuando estás con ganas de orinar y alguien te contiene, como comer algo delicioso y no poder digerir y te sientes mal y tienes que ponerlo en palabras, de lo contrario no puedes dormir. Empecé a escribir porque las chicas no me hacían caso, entonces hice un cuento (“Chicles” de Un hombre feo) donde contaba cómo me declaraba a una chica, cosa que no sucedió en la realidad. Luego me di cuenta de que escribía muy poquito, solamente cuando me enamoraba. Escribí otros cuentos y todos resolvían algún problema, y ahora ya no sólo escribo para resolver sino para entenderlo todo.

  • La literatura te da esa capacidad de observar, entender y comunicar

Me asusta un poco mi forma de comunicarme. La gente ahora me conoce porque cuento cosas en el Facebook y le dan likes. Me da miedo conocer gente nueva porque siento que una parte de Pierre con la que la que ellos quieren hablar no está ahí.  Me da miedo decepcionar porque yo me comunico bien escribiendo pero siento que me vuelvo más torpe en persona. Cuando escribo entonces prefiero estar ahí siendo yo porque siento que eso me completa. En su diario, Ribeyro cuenta el momento en el que deja de ser un narrador oral, cuando un amigo le pregunta cómo le ha ido en las vacaciones y él empieza a contar y se da cuenta de que ya no puede contar bien la historia porque se ha acostumbrado a hacerlo por escrito. ¿Tú no has sentido eso?

  • Sí, al escribir sentimos que controlamos la situación a pesar de que sea ficción o una declaración cualquiera sobre el tiempo, la política, etc.

Yo creo que ese aspecto de la literatura vuelve bella y profunda mi vida. Siento que si no escribiera tendría como una vida cualquiera y no soportaría eso porque yo siento que la vida es genial y grandiosa pero porque la puedo volver grandiosa cuando la transcribo. No me suelen gustar mucho los seres humanos, cada uno tiene una profundidad brutal pero hay que conocerlos muy de cerca para ver esa profundidad.

  • Alguna vez Blanca Varela dijo que lo mejor que podemos conocer de las personas es su arte…

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Pierre nos lee sus cuentos en su sala (Foto mía)

 

  • Te hago una pregunta típica para escritor: ¿Cuáles son tus padres literarios? Aparte de, obviamente, Ribeyro, Bryce…

La literatura en el colegio era para mí un curso más. No recuerdo haber disfrutado tanto leer el mío Cid, Bécquer, cosas antiguas. Llegué a la universidad sin haber leído más que los libros de la biblioteca de mi abuela pero que no me estimulaban a leer más. Tengo amigos que habían leído un montón cuando yo recién llevaba diez libros. En primer ciclo conocí a Rosella di Paolo que me mandó a leer libros como La senda del perdedor de Bukowski, El guardián entre el centeno de Salinger. Conocí a Rulfo, y leímos “El ahogado más hermoso del mundo” de García Márquez. Y entonces volví con fuerza a la literatura. El guardián entre el centeno es el libro al que le debo mi reingreso a la literatura. Quería contar eso porque sentía que era como Holden, a los 17 o 18 años, y ahí volví a leer con furia. Ese primer ciclo también leí a Cortázar, Historias de cronopios y famas, y a Ray Loriga con su libro Héroes. Este huevón del libro hablaba de rock, de drogas y de chicas que no le daban bola, de amigos, de la decadencia y odia el trabajo, odia el mundo y se encierra en un cuarto escuchar música. Nunca había leído nada parecido.

  • Me has traído a la mente El olor de la guayaba, donde García Márquez le dice a Plinio Apuleyo Mendoza que descubrió La metamorfosis de Kafka y le recordó lo absurdo de las historias sobre fantasmas y aparecidos que le contaba su abuela, y descubrió que así también se podía escribir.

También creo que tengo bastante influencia de un libro infantil que se llama Perros, gatos y caballos que es uno de los libros que más leído en mi vida. De niño lo leía mucho y, claro, tenía datos sobre perros gatos y caballos pero estaba todo contado como una historia para niños. Había historia de una cocker spaniel que tenía sus cachorros y lo narraban como un cuento. Esa forma desprovista de pretensión literaria me marcó. Si en algún momento tengo poca pretensión literaria es porque me han influenciado libros que son así. Incluso creo que Ribeyro no tiene una pretensión es muy alta, es algo que le brota porque es un capo, pero él nunca se intenta poner un pedestal.

  • Pretensión no es igual a calidad.

No pues. Luego leí a Carver y también me encantó. Entonces en algunos cuentos he intentado, pero es muy difícil escribir como Carver si no eres Carver

  • Además Carver tiene tendencia al dato escondido, a esconder el conflicto en sus cuentos.

Les leo sus cuentos a mis alumnos y ellos casi nunca lo descubren. Cuando les explico en ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? por qué las dos parejas se quedan calladas cuando acaba el cuento, sienten que les explota la mente. Claro, no todo el mundo lo va a descubrir. Algún día me gustaría escribir un cuento así, o uno como “El trompo” de Diez Canseco y “Mi corbata” de Manuel Beingolea. La corbata simbolizaba un amor trunco en ese cuento.

  • ¿Y luego de Orientación Vocacional qué clase de libro viene?

Tengo 3 libros en mente. Diego Salazar, el editor de Perú21 , me preguntó por qué no publicaba un libro sobre mis experiencias como profesor universitario porque le encantaba leerlas en el Facebook. Así que me ofreció un blog para publicar las historias. Y si funciona, a final de año podrían hacer un libro. ¿Quién sabe? Pero este libro no sería tan ficcional porque se inspira en historias reales, aunque quizás algunas historias me las voy a inventar cuando no tenga algo que contar sobre mis alumnos.

  • ¿Y qué es la ficción para ti? La gente califica un discurso como ficción cuando se refiere a algo que no se relaciona con lo que conoce, digamos dragones o hadas.

En La verdad de las mentiras, Vargas Llosa dice que algo se ficcionaliza cuando se convierte en palabras. Sobre A sangre fría, de Capote, decían que era la primera novela de no ficción. Pero no lo creo porque parece que el autor se hubiera inventado varias historias. En algún momento, el camino de Capote se bifurcaba entre la verdad y la belleza, y Capote obviamente escogió la belleza.

  • En la ficción al final no importa la anécdota de origen sino la forma en que la cuentas.

Hay una escena de A sangre fría donde estan Dick y Perry en un granero en una granja y está lloviendo. Ya se les acabó todo, ya no pueden seguir huyendo,  todo el mundo los está persiguiendo. Uno de ellos prende un fósforo y se ilumina todo el granero y aparece un carro convertible escondido que brilla en la oscuridad con la luz del fósforo encendido. Esa  escena no existe obviamente pero Capote no pudo haber estado allí viendo como prendían el carro. O este momento en que recogen a un autoestopista y Dick lo va a matar, y este tipo que han jalado está contando un chiste y dice “¿En qué se parece morir a ir al baño?”. Justo cuando va a contar el cuento y Dick lo va a matar por atrás, aparece otro autoestopista que va a parar el carro y entonces se detienen y lo jalan, y el otro el que iba a morir termina de contar su chiste: “En que cuando tienes que ir tienes que ir”. Justo su chiste logra evitar su muerte. Entonces todo se vuelve ficción si estás acostumbrado a contar ficción.

 


 

Ilustración del autor para el libro

Ilustración del autor para el libro

«Billy era nuestro guía y maestro en las artes de los videojuegos. Sin embargo, cuando en segundo de secundaria Mariana Alvarado llegó al colegio y Billy se enamoró por primera vez de una chica que no estaba hecha de píxeles, no supo qué hacer. Quería rescatarla pero Mariana no estaba en peligro. Ningún dragón la había secuestrado. Era tan solo una niña de doce años. No había malandros a los que reventar a patadas ni sultanes a los que atravesar a sablazos. El colegio era un calabozo en el que ella parecía estar a gusto. Todos la fuimos conociendo y nos hicimos sus amigos. Excepto Billy, que estaba preparado para destruir fortalezas por ella, pero no para decirle «hola». El silencio era un abismo demasiado grande para saltar.»

BILLY THE KID (p. 31)


 

  • ¿Y te planteas hacer otros géneros? Has publicado poemas en Facebook.

Tengo poemas, es verdad, pero me gustaría que se vaya destilando de a poquitos y que se queden solamente los poemas que sirven. Podría publicar ahora y sería muy malo, porque hay poemas míos que me gustan mucho pero no sé si son buenos. De aquí a diez años tal vez pueda publicar poesía, luego de depurar mis poemas.

Y hay otro libro con un tema que es más fuerte para mí, más fuerte incluso que el colegio. Así como una vez empecé a contar las casas en las que había vivido y me di cuenta de que había vivido en un montón, empecé a escribir un día acerca de todas las chicas de la que me había enamorado platónicamente. Yo tenía muchos amores platónicos, hasta Vicky la robot. Me di cuenta de que yo conocía mucho del amor platónico porque había amado en silencio una cantidad increíble de años estando solo, como hasta los veinte. Antes de eso me había enamorado un montón de veces y aún ahora sigo amando las chicas a veces sin decírselo. Cuando vi la lista de las chicas, sentí algo como cuando enumeré mis veinte casas y me dije que puedo contar una novela sobre chicas, de la sensación de ir amando a alguien que no puedes tener. Y también podía escribir sobre las chicas con las que sí estuve, porque también las había amado platónicamente en algún momento. Creo que van a venir las mujeres a matarme, pero me gustaría escribir ese libro y lo veo más como una novela que como conjunto de cuentos. El tema que une a las historias es el niño que se va enamorando hasta que crece y es un adulto.

 

  • Me parece una idea pajísima.

A mí también me encanta. Es un reto que puedo tomar con calma, que debo tomar con calma para hacerlo bien y no sé si contarlo así progresivamente, como si fuera un niño, o intercalarlo con una historia de amor que viva en ese momento. No sé bien, pero lo voy hacer de todas maneras. Es el libro que más me emociona a futuro, pero no ahorita. Quiero descansar, postear en Facebook… Pero si me dices “En un año vas a morir”, entonces el año que me queda escribiría un libro, escribiría ese.

 

Regina Limo

Nerd feminista y lesbiana. Escribo guiones, narrativa y teatro. Leo como descosida y colecciono juguetes. También puedes leerme aquí Hueveo en Twitter como @reinadecapitada